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Entrevista que Juan Pomponio realizó a Karina Isabel Roldán para el periódico SubUrbano de Miami.

La pasión por la danza que brota de Karina Mariposa Roldán, tan natural como la respiración, es una fusión desde el alma porque no sólo es la danza, se trata de su misma vida. Una mujer, guerrera luminosa, que ha pegado el gran salto hacia el arte para abandonar todo lo que no era y entregarse, ante la mirada atónita de los demás, al maravilloso mundo de la danza. Cuando vemos un espectáculo de su creación podemos comprender el fuego de su corazón derramado sobre las tablas. Allí admiramos el poderoso influjo de su alma, en cada movimiento que emana de su Ser. Leamos un poco de su historia en ésta entrevista y así podremos atisbar, apenas, en la profundidad de su vida consagrada a la belleza de transformar la danza en eterna poesía.

Juan Pomponio Castiglione

ENTREVISTA

1 – ¿Cuándo fue tu primer contacto con la danza?

El primer contacto que tuve con la danza fue a través de los ojos cuando a los cinco años descubrí en la televisión a la maravillosa bailarina Maia Plisiétskaia, ahí le dije a mi madre con total seguridad:-“quiero hacer lo mismo que ella, quiero ser bailarina”. Luego a los diez años conocí a Osvaldo Ross, bailarín, coreógrafo, mi primer maestro y empecé junto a él la formación académica en Modern Jazz, disciplina que nació en EE.UU. a comienzos de los 50´y que reúne a las tres danzas tomando los elementos básicos y fundamentales del ballet clásico, de otras danzas contemporáneas y los inherentes al Jazz. Provengo de una familia sumamente trabajadora y de escasos recursos económicos por lo que la continuidad de mi educación artística sufrió interrupciones desde los doce a los diecisiete años cuando pude retomar el aprendizaje de la mano de Margarita Fernández (bailarina, coreógrafa, directora y docente del Teatro Colón).

Jamás abandoné el contacto con la belleza de un arte efímero que me sedujo desde mi asomo al mundo. Leía, estudiaba biografías de grandes artistas, miraba videos y películas de los grandes musicales. Mi mayor refugio siempre ha sido la danza. Soy autodidacta en la composición coreográfica y de adolescente ya creaba coreografías a escondidas, improvisando en un estado de éxtasis. No concibo la vida sin la danza pues ella es como la vida, tiene lo bueno y lo malo. Amanecemos cada día haciendo una recorrida de movimientos y actos simples durante horas y horas, de idas y vueltas geométricas cuyo final se determina frente al reposo, cuando la noche abraza nuestro cuerpo en el ocaso de sueños infinitos. De pronto, transitamos diagonales que se cruzan y elegimos caminos, vamos girando en un círculo que se acomoda con la naturaleza en una perfecta coreografía orquestada por el universo y este gran escenario del planeta donde todos somos partícipes tiene millones de protagonistas, impulsados por diferentes motores, que ejercen sus roles y profesiones, trabajando incansables sus proezas cotidianas, utilizando cuerpo, mente, espíritu y alma. Una madre sostiene a su niño meciéndolo con suaves arrullos y en el vaivén complaciente lo adormece. Un aborigen retiembla sobre la tierra cercándola con su cuerpo trémulo mientras invoca a los dioses de la lluvia. Todos es movimiento, acción y reacción y somos parte de una danza cíclica y voluble, inigualable desplazamiento humano que vibra con acordes personales acompañados por músicas constantes y por el silencio que bordea la soledad.

2- ¿El arte es un medio de sanación física y espiritual?

Sí. Todas las artes en general y en particular el arte de la danza purifican el espíritu gracias a la comunicación directa con nuestro interior y el mundo de la contemplación. Es sanador a nivel músculo/esquelético porque corrige aspectos del cuerpo brindando una buena y correcta colocación a la columna vertebral y el dominio del eje central acomoda los pies cuando estos arraigan su fortaleza desde abajo hacia la cúspide cervical. Las vértebras respiran salud estirándose hacia su libertad. A lo largo de once años de labor como docente he comprobado la metamorfosis ocurrida en las alumnas que siguen mis clases y en aquellas que he formado desde adolescentes, hoy ya bailarinas profesionales. A la hora de transmitir la pedagogía de la danza opté por otros senderos utilizando mis propias fórmulas fructíferas en la maduración artística, donde la visión holística del Ser conforma la clase. Nuestro cuerpo entraña un arte diario de consagración, conectado con los meridianos que atraviesan la circulación sanguínea de la cabeza a las extremidades inferiores y en el reflujo de cada marea lunar nos unimos a nuestra esencia.

Cuando los alumnos ingresan al salón de clases, templo sagrado que abraza la generalidad del cuerpo, aprenden que allí no solo esculpirán la escuela académica del Ballet y la danza contemporánea sino que entibiarán el espíritu y canalizarán dolores para tolerar la renovación de sus propias estaciones. El colosal abanico del sujeto cobra formas diversas mutando lo antiguo del organismo para explorar la novedad. Enseñarles la fugacidad del arte de la danza implica conducirlos por aquellas rutas donde zigzaguean los sentidos, abordando la intimidad de sus lados femeninos y masculinos en pleno desarrollo, encausarlos para reconciliarse con la pujanza de la aurora y acondicionarlos para la conquista de un eje sostenido que separa el núcleo al tiempo que fusiona la correcta simetría humana.

Es primordial encarar la envoltura sensorial y perceptiva desde todos los flancos posibles para que el foco de atención profundice su mirada en las áreas tangibles, emotivas y anímicas donde sucederá la entrega y el abandono de lo conocido. De una clase de danza nunca se sale del mismo modo que se ingresó. La danza es Yoga, meditación, una religión física y del alma. Es Uno y su Dios. Uno con Uno mismo entrando al éxtasis, viviendo la pasión que arde en el vientre, posicionando los músculos tensos, armonizando las dulces caricias que perforan los oídos gracias a la música que se adentra poderosa en las carnaduras y retuerce la realidad. Los pies son una lengua que aprisiona el tapete negro igual que una boca succionando el fervor del encuentro amoroso. Acordes y cimbronazos, versatilidad y emoción. Medicina para cualquier pena del alma que se corporiza de inmediato.

La más firme sensación de ser artista ocurre mientras trabajamos, transpirando, aprendiendo los pasos, en mi caso cuando voy creando y dando vida a tantos personajes, buceando en la hondonada interior para abrir puertas que desbaraten la mente y tantos mecanismos trabados. Luego el escenario será un suspiro, la brevedad lumínica reverberando en el corazón.

3- ¿La danza es poesía en movimiento?

La danza es la belleza de la poesía escrita con el cuerpo. Personifica el arrebato de una pasión, la loca bohemia de tantos poetas viajando por el tiempo, puntualiza sentimientos y emociones cuya visualización transcurre gracias a la anatomía encaminándose por el espacio, saltando en rimas constantes, rodando por el suelo los versos en acción. Un solo paso puede significar una sola palabra.

Como coreógrafa me siento una alquimista del movimiento narrativo y a la hora de montar una obra utilizo el abecedario completo reuniendo el idioma del mundo en una sola lengua. Mis metales combinan a la vieja usanza y penetro en los desplazamientos junto a la música cuando ella arrasa mis oídos encendiendo candelas, acentuando sentimientos sin expresiones verbales, tan sólo la eufonía del cuerpo escribiendo con tinta indeleble.

El entorno donde se descubre la danza franquea la sinceridad anatómica, habilita las fronteras empotradas por el Hombre y el lenguaje real cobra nuevas dimensiones. Un bailarín, en la interioridad de la escena, deviene traductor de historias relatadas en imágenes físicas que lo llevarán a unir vías espirituales entre el público y él mismo. Somos cuentistas sin vocablos, escritores de la corporalidad. La poesía del movimiento sucede virtuosa y descifrable, los brazos se sacuden en un aire de pureza para abarcar la ilustración del amor, desperdigando un bosquejo etéreo de su gala en el público expectante.

Creo que la poesía también es danza llevada a cabo por la conjunción existente entre las bellas palabras. Ambas –poesía y danza- comunican al mundo, conmueven, acercan, construyen y liberan el aliento de la Creación.

4- ¿Qué siente Karina Roldán sobre el escenario?

En escena siento que florezco
Todo acontece, el mundo de afuera se evapora
Se manifiesta otra realidad
Soy cautiva y enamorada sin tiempo lineal
Voy exudando la belleza de mi cuerpo
El escenario me seduce y apasiona
Embellece mi vida
Sin mesuras ni composturas
En abundancia
Una solitaria, generosa y amada abundancia

5- ¿Es sacrificada la danza cuando uno la realiza con pasión?

En mi caso personal nunca significó un sacrificio pues la felicidad que implica poder vivir de mi arte me hace sentir un privilegio que no todos poseen. Ensayar los fines de semana para el montaje de una obra o porque se acercan funciones no genera un martirio, al contrario, el inmenso gozo de asistir a las prácticas acomoda el resto de mi vida. Cada mañana preparo mi anatomía con esmero admitiendo las estaciones que mudan en consonancia, celebrando los ciclos que atravieso con picos altos y bajos, brindando todo el amor a mi cuerpo, un respetuoso cuidado nutricional y una autodisciplina saludable para poder enseñar, mostrar a través de él y merced a él las invenciones coreográficas que sellan mi estilo. Formar alumnos es otro arte misionero y un don que profeso con profundo compromiso.

He dejado otras cosas en el camino, incluso tuve que elegir frente al amor de un hombre y fue ahí donde comprendí mucho más acerca del egoísmo, pues el amor verdadero, al igual que el arte, no exige nada, se trata de dar y dar, cimentando la libertad individual de ser quienes somos. Cumplir nuestras misiones y compartir la vida con quien desee caminar a nuestro lado sin obligarnos a abandonar nada, tan solo acompañándonos mutuamente en la hazaña de estar vivos. Siempre me enfrenté sola ante los avatares y piedras que se despeñaron en mi senda pero todo obró a favor. La disciplina física de la danza, al templar el cuerpo y el espíritu, nos enseña cuán fuerte es nuestro Ser y a ella nos entregamos en una relación marital con nuestro arte por el más profundo deseo de brindar a los demás el órgano impulsor de ésta potente unión, el meollo donde se acunan el talento, la vocación y la expresión total al servicio del otro. Es Amor y mi vocación también es amar a través de la danza.

6- ¿El erotismo de una danza puede transmitirse al físico?

Sí. Yo vivo, gozo y siento el erotismo en mi cuerpo sobre todo cuando la música está en concordancia con los movimientos coreográficos que voy creando y me dejo llevar por la sensibilidad y el acopio de los sentidos. Nada pienso todo lo experimento igual que en un acercamiento masculino/femenino. Al descubrirse con aplomo el pesado telón de anhelos e ilusiones por concretar, nace la libertad y el espíritu apasionado revolotea en el linde de la sala teatral o cuando estamos ensayando. Entran en conexión simultánea las sensaciones propias y del personaje amalgamadas en una red, girando en una calesita interminable.

Suelo comparar el cataclismo artístico, por cierta similitud en su exaltación, con el preludio de un encuentro amoroso, su florecer y el arribo a su cumbre. Lo inconmensurable empieza a horadar en nosotros, la piel en llamas explota su pirotecnia al declamar un idioma universal, natural, humano y animal, goteando el suave jugo del erotismo ruborizado y el alma atesora para sí el minuto desquiciado donde el cuerpo salvaje se conmueve ante el arrebato fulminante y la gloria desborda la materia sacudiendo nuestra pasión sin miramientos.

Allí, luego de la vivencia y en un fuerte abrazo íntimo mudaremos nuestra piel extasiada que abandonará su registro sudoroso en la patria escénica que nos meció.

7- ¿Cuándo surge la necesidad de llevar la metáfora de la danza hacia el camino de las letras?

Fueron mis entrañas las que sacudieron al espíritu inquieto y adoptaron el formato escrito para calar el ahogo de una exhalación retenida. A lo largo de los años como docente me convertí en una especie de cronista de vuelos terrenales cuando era necesario relatar a las alumnas mucho más acerca de la vida de aquellos personajes que abordarían en cada interpretación, de las historias que llevaría a la escena; cuando en los montajes de mis series coreográficas precisé volcar en textos depurados lo que acompañaba descriptivamente a las secuencias ya originadas.

Al crear la obra poseo una personalidad que se aleja de toda censura, disociación, tabú, restricción, juicio de valor y esa corporalidad anacrónica, desplazada de las épocas, es quien se ocupa de percutir determinadas zonas íntimas, encauzando mi mano hacia las letras. Adoro narrar la transmutación lograda en tantas individualidades que se instruyen a través de mis enseñanzas. Mi alma siempre escribe desde sus certezas con el arte y deseo divulgar aquellas causas que incitan la invención de obras coreográficas, qué nos moviliza a los autores parados frente a la nada.

Expresarme en un lenguaje escrito fue y es el modo en que desde niña también ponía en contacto las emociones en el reflejo entrañable del papel, donde exteriorizaba sensaciones intuitivas ligadas a la percepción o evocando sentimientos derivados de tantos afectos. Escribo con la misma concentración y el hechizo con que elaboro una coreografía. Siento idénticos trances donde renuncio a lo material experimentando la vacuidad absoluta de mi psiquis sin prejuicios, con predominancia del alma elevada por sobre cualquier razonamiento reglamentario. Todo va bajando, desde algún sitio sin horizontes ni marcaciones geográficas, y el milagro se presenta, mientras yo estoy varada en una isla ilusoria donde me refugio como náufraga en soledad a la orilla de un destino.

8- Me gustaría que hablaras sobre tu primer libro DE AMARES

DE AMARES es mi primera obra literaria. Nació en julio del 2009 y fue producto de un trabajo de dos años en los cuales seguí dando clases, monté dos espectáculos diferentes y escribía sin parar durante cinco horas diarias. Viví la experiencia abstraída, como un retiro espiritual en el amanecer, desconectando teléfonos y sumergida, con mi férrea actitud, en un manantial de aguas danzantes, apresada por la curiosidad que todos los artistas poseemos y cuya inquietud nos lleva a rodar por el barranco donde confluye el abismo de nuestro ser, para embebernos con los propios fluidos que pueblan la patria corporal de lo profundo que nos habita.

Hubo un compendio de ideas sin un orden preestablecido que, dentro del mismo caos, encontró la resolución del laberinto destapándome la salida si miraba con la luz blanca de un foco seguidor. Un sol se partió por entre mis costillas y en el flujo de su energía asomó el fulgor de letras que parecía estancado.

DE AMARES es un libro sobre el arte que abarca la danza, poesías que escribí en otras instancias, sobre la composición coreográfica e improvisación; relato sueños y realidades, la magia escénica y creación. Es una autobiografía de cómo llegué a la realización de tantos sueños con una FE inquebrantable en mí misma a pesar de los obstáculos sociales, de tantos aspectos familiares antagónicos, cuando esperan algo de uno sin comprender que somos nosotros quienes elegimos nuestra vocación al instante de nacer. Lo titulé así porque coincide con una obra que monté en el 2003 que habla del amor y del mar; donde uno accidentaba su geografía continental el otro, por azar, confluía en idéntico cruce, desplazando el oleaje y las corrientes sentimentales, trastocando cualquier movimiento marcado por las emociones.

Hice todo el diseño, las correcciones, el armado final sin una editorial que me respaldase y fue un gran emprendimiento personal sabiendo sin lugar a dudas que podía materializarlo. Necesitaba dejar por escrito el modo en que hago fecunda la danza desde el plano más espiritual que ella posee.

Nuevamente la FE inquebrantable de mi corazón sostuvo la osadía y DE AMARES nació como un hijo artístico realmente amado y soñado.

9- ¿Ser maestra de bailarines o formar seres humanos?

Ambas cosas. No puedo separar la formación técnica y artística del ser humano contenedor de un arte sublime. En la ardua y artesanal tarea diaria de formar bailarinas, apelo al canto interpretativo del movimiento, al costado desde donde los estremecimientos brotan a la superficie en una fuente intermitente de sentidos, como parte fundamental de la unión con el cuerpo puesto en acción y vitalidad. Trato de enlazar mi apasionamiento con un altísimo cuidado por la educación lúcida y coherente del cuerpo y la liberación de las ataduras del espíritu por medio de la danza, en alumnos que van rumbo a ser profesionales o en quienes sólo vienen a mis clases viviendo el aprendizaje como un exquisito pasatiempo, tomado y aleccionado con idéntica seriedad y rigor. Jamás hice diferencia alguna entre profesionales y amateurs, todos reciben el mismo planeamiento educacional en lo que atañe al estudio general de la danza y la distinción que los singulariza. El cuerpo, el alma y la razón de cada alumno son exclusivos, infunden máximo respeto y un homenaje cotidiano.

Siento que en mis clases los formo para la vida por aquello que te mencionaba al comienzo de vivir la vida como una danza y saber que la danza es vida perecedera, entonces no puedo alejarme del Ser que viene con su bagaje de estructuras sociales, familiares, culturales y religiosas, que quizás paralizaron la capacidad de demostrar una emoción sincera y hay que desgarrar lo conocido para quedar descubiertos ante lo recóndito y penetrar la rendija íntima que consolida la confianza en ellos mismos.

Me interesa abordar desde sus comienzos la propedéutica del movimiento académico que iremos desarrollando en el tiempo y hacerles entender el período que viven coexistiendo en la preciosidad de sus cuerpos; el entusiasmo constante por traspasar los límites potenciales, una mente dispuesta al pensamiento inteligente: conocer, analizar, comprender los por qué y en función de qué se realizan las ejercitaciones y el alma ungida en sus polifacéticas oscilaciones. Somos un cuerpo y su contextura y tendremos que sobrepasar los contornos, tolerar los dolores en el amanecer de cada etapa evolutiva y la sensibilización progresiva del mismo para luego alcanzar su dominio, el misticismo de un goce inigualable que conduce hacia la redención del sujeto como artista.

Una, como maestra, siempre cree en las infinitas capacidades latentes en cada alumno antes de que ellos mismos lo acepten. Constantemente trato de hacerles ver que nada de lo que busquen afuera no se halla primero aleado en el corazón.

La FE ciega en quienes somos es un tesoro personal escoltado por la misión que realizaremos. Si a través de la danza puedo enseñarles a vivir desde otra óptica allí se habrá cumplido una gran parte de mi travesía en este hermoso mundo.

10- La última pregunta queda a tu criterio para que puedas expresar lo que sientas en este momento.

Muchas gracias Juan por tu calidez en el reportaje y por brindarme la posibilidad de llegar a otros sitios.

Espero que el arte de la danza y el arte en general ayuden a levantar un mundo más sensible, un mundo de Amor, de Luz y que el ser humano comprenda la lucha feroz que comenzó hace tantos años, siglos atrás, observando la destrucción a donde conduce su cruenta ambición.

El poder, el dinero, la dominación existen por centurias y quizás sea una utopía de mi parte creer que los artistas somos capaces de cambiar el mundo, uniendo países, trasmitiendo cultura, creando todo el tiempo desde el albor en un campo sembrado inteligentemente hasta la tarea hecha en soledad, en un paraje distante de la vulgaridad.

Somos seres únicos, misioneros en la Tierra, no deberíamos permitir que nos anulen el pensamiento ni las capacidades de obrar e inventiva. La pasión por nuestro arte cotidiano comienza desde que bajamos los pies descalzos de la cama y vamos en busca de la vida y ella viene por nosotros.

Hace unos días les hice a mis alumnas el siguiente cuestionamiento:

-¿Ustedes saben qué separa la vida de la muerte? Tan solo un instante…-

Así me muevo, por instantes, y deseo que cada día lo vivamos y disfrutemos como si fuese el instante final, un arte incomparable, la cumbre escénica, el telón que pronto desciende, los brillos que se consumen, el arrebato de nuestra sangre, el esplendor de un sol individual que se oculta a la hora precisa en que la luna asoma su luminosidad y las emociones nocturnas endulzan el día que concluye, descansan las fuerzas que se adormecen para recomenzar el ciclo y conducirnos nuevamente hacia el sendero del Amor.

 

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