«…llora el corazón en silencio y brota una inmensa ternura por ese niño aún despierto en tu cuerpo de hombre. Tantas vidas, demasiados recuerdos. Centauros y fuego. Cielos y lunas. Amaneceres donde habitamos los dos, errantes solitarios. Te amo por este dolor poético y casi profético que abunda en las metáforas. Caballos azules galopan entre las letras, letras que brotan profusas de la sangre estancada. Puedo entender aquellos mensajes cifrados, captarlos a través del velo de la realidad. Estoy acá igual que vos, al otro lado del muro».
Karina Roldán